jueves, 7 de julio de 2011

DONDE ESTUVISTE DE NOCHE

DÓNDE ESTUVISTE DE NOCHE





Un magnífico relato de Clarice Lispector
(ChechelnykUcrania 10 de diciembre de 1920 - Río de Janeiro9 de diciembre de 1977) fue una escritora brasileñaDe origen judío, sus padres emigraron a Brasil, a la ciudad de RecifePernambuco, cuando Clarice contaba tan sólo con dos años de edad. A la edad de diez años, Clarice perdió a su madre. Escritora desde edad temprana, envió varios cuentos al Diario de Pernambuco, que rechazó su publicación en una sección de contribuciones infantiles porque, mientras las historias de los demás niños poseían algún tipo de narrativa, los textos de Clarice no describían más que sensaciones.

Una de sus primeras influencias fue el escritor paulista Monteiro Lobato, creador de un universo literario de tintes regionalistas. Sobre el libro El reinado de Narizinho, Clarice escribió:

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. (en: Felicidad Clandestina, cuento)

Clarice Lispector es considerada una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX. Pertenece a la tercera fase del modernismo, el de lageneración del 45 brasileño. De difícil clasificación, ella misma definía su estilo como un "no-estilo". Aunque su especialidad ha sido el relato, dejó un legado importante en novelas, como La pasión según G.H. y La hora de la estrella, además de una producción menor en libros infantiles, poemas y pintura.  Ha sido muchas veces comparada a sus contemporáneos Virginia Woolf y James Joyce por compartir el uso del flujo de conciencia, aunque Lispector no los hubiese leído todavía al publicarse sus primeras novelas, donde ya adoptaba la técnica. Clarice Lispector ha sido vinculada por algunos críticos y biógrafos a una literatura de fuerte carácter femenino y feminista, tratando siempre de temas intimistas y de profundo carácter psicológico.



Lo que voy a anunciar es tan nuevo que sospecho todos los hombres se convertirán en mis enemigos, a tal punto se enraizan en el mundo los prejuicios y las doctrinas, una vez aceptadas.
WILLIAM HARVEY




Este es el relato:



La noche era una posibilidad excepcional. En plena noche cerrada de un verano tórrido un gallo soltó su grito fuera de hora y una sola vez para anunciar el inicio de la subida por la montaña. La multitud, abajo, aguardaba en silencio.
      Él-ella ya estaba presente en lo alto de la montaña, y Ella-él estaba personalizada en él y él estaba personalizado en ella. La mezcla andrógina creaba un ser tan terriblemente bello, tan horrorosamente sorprendente que los participantes no podían mirarlo de una sola vez: así como una persona va poco a poco habituándose a la oscuridad y lentamente discierne. Lentamente discernían a Ella-él y cuando Él-ella se les aparecía con una claridad que emanaba de Ella-él, los paralizados por la belleza iban a decir: «¡Ah, ah!». Era una exclamación que estaba permitida en el silencio de la noche. Miraban la asustadora belleza y su peligro. Pero ellos habían venido exactamente para sufrir el peligro.
      Los pantanos se elevaban. Una estrella de enorme densidad los guiaba. Ellos eran el revés del Bien. Subían la montaña mezclando hombres, mujeres, duendes, gnomos y enanos, como dioses extintos. La campana de oro sonaba por los suicidas. Fuera de la estrella grande, ninguna estrella. Y no había mar. Lo que había desde lo alto de la montaña era oscuridad. Soplaba un viento noroeste. ¿Él-ella era un farol? La adoración de los malditos comenzaba.
      Los hombres coleaban en el suelo como gruesos y blandos gusanos: subían. Lo arriesgaban todo, ya que fatalmente un día iban a morir, tal vez dentro de dos meses, tal vez siete años: quizás fuera esto lo que Él-ella pensaba dentro de ellos.
      Mira al gato. Mira lo que el gato vio. Mira lo que el gato pensó. Mira lo que era. En fin, en fin, no había símbolo, la «cosa» era. La cosa orgiástica. Los que subían estaban al borde de la verdad. Nabucodonosor. Ellos parecían veinte nabucodonosores. Y en la noche se desquitaban. Ellos están esperándonos. Era una ausencia, el viaje fuera del tiempo.

      Un perro daba carcajadas en la oscuridad. «Tengo miedo», dijo la niña. «¿Miedo de qué?», preguntó la madre. «De mi perro.» «Pero si tú no tienes perro.» «Tengo, sí.» Pero después la niñita también carcajeó llorando, mezclando lágrimas de risa y de espanto.
      Al fin llegaron, los malditos. Y miraban a aquella eterna Viuda, la gran Solitaria que fascinaba a todos, y los hombres y las mujeres no podían resistir y querían aproximarse a ella para amarla muriendo, pero ella con un gesto los mantenía a todos a distancia. Ellos querían amarla con un amor extraño que vibra en la muerte. No se inquietaban por amarla muriendo. El manto de Ella-él era de sufrido color rosa. Pero las mercenarias del sexo en festín intentaban imitarla en vano.
      ¿Qué hora sería? Nadie podía vivir en el tiempo, el tiempo era indirecto y por su propia naturaleza siempre inalcanzable. Ellos ya estaban con las articulaciones hinchadas, los dolores roncaban en los estómagos llenos de tierra y con los labios inflamados y hendidos subían la colina. Las tinieblas eran de un sonido bajo y oscuro como la nota más oscura de un violoncelo. Llegaron. El Mal-Aventurado, o Él-ella, frente a la adoración de los reyes y vasallos, brillaba como una iluminada águila gigantesca. El silencio pululaba de respiraciones ansiosas. La visión era de bocas entreabiertas por la sensualidad que casi los paralizaba de tan gruesa. Ellos se sentían a salvo del Gran Tedio.
      La colina era de chatarra. Cuando Ella-él se detenía un instante, los hombres y mujeres, entregados a ellos mismos por un momento, decíanse asustados: yo no sé pensar. Pero Él-ella pensaba dentro de ellos.
      Un mensajero mudo de clarinete agudo anunciaba la noticia. ¿Qué noticia? ¿La de la bestialidad? Quizá lo que ocurría era lo siguiente: a partir del mensajero cada uno de ellos comenzó a «sentirse», a sentirse a sí mismo. Y no había represión: ¡libres!
      Entonces ellos comenzaron a balbucear para adentro, porque Ella-él era cáustica y no quería que se perturbaran los unos a los otros en su lenta metamorfosis. «Soy Jesús, soy judío», gritaba en silencio el judío pobre. Los anales de astronomía nunca registraron nada como este espectacular cometa, recientemente descubierto, su cola vaporosa se arrastrará durante millones de quilómetros en el espacio. Sin hablar del tiempo.    


 Un enano jorobado daba saltos como un sapo, de una encrucijada a otra (el lugar era de encrucijadas). De repente las estrellas aparecieron, y eran brillantes y diamantes en el cielo oscuro. Y el enano giboso daba saltos, los más altos que conseguía para alcanzar los brillantes que su codicia despertaba. ¡Cristales! ¡Cristales!, gritó él, con pensamientos que eran saltarines como los brincos.
      La latencia pulsaba leve, ritmada, ininterrumpida. Todos eran todo en latencia. «No hay crimen que no hayamos cometido con el pensamiento»: Goethe. Una nueva y no auténtica historia brasileña era escrita en el extranjero. Además, los investigadores nacionales se quejaban de la falta de recursos para el trabajo.
      La montaña era de origen volcánico. Y de repente el mar: la rabiosa rebeldía del Atlántico henchía sus oídos. Y el olor salado del mar los fecundaba y los multiplicaba en monstruitos.
      ¿El cuerpo humano puede volar? La levitación. Santa Teresa de Ávila: «Parecía que una gran fuerza me elevaba en el aire. Eso me provocaba un gran miedo». El enano levitaba por segundos, pero le gustaba y no tenía miedo.
      —¿Cómo se llama? —dijo mudo el chico—. Para poder llamarla, para poder llamarla la vida entera. Yo gritaré su nombre.
      —Yo no tengo nombre allá abajo. Aquí, tengo el nombre de Xantipa.
      —¡Ah! ¡Quiero gritar Xantipa! ¡Xantipa!
      Mire, estoy gritando hacia adentro. ¿Y cuál es su nombre durante el día?
      —Me parece que es…, es… Creo que María Luisa.
      Y se estremeció como un caballo se eriza. Cayó exangüe en el suelo. Nadie asesinaba a nadie porque ya estaban asesinados. Nadie quería morir y nadie moría.
      En cuanto a eso, delicada, delicada, Él-ella usaba un timbre. El color del timbre. Porque yo quiero vivir en abundancia y traicionaría al mejor amigo a cambio de más vida de la que se puede tener. Esa búsqueda, esa ambición. Ya despreciaba los preceptos de los sabios que aconsejan la moderación y la pobreza del alma; la simplificación del alma, según mi propia experiencia, era la santa inocencia. Pero yo luchaba contra la tentación.
      Sí. Sí: caer hasta la abyección. Ésa era la ambición de ellos. El sonido era el mensajero del silencio. Porque nadie podía dejarse poseer por Aquel-aquella-sin-nombre.
      Ellos querían gozar de lo prohibido. Querían elogiar la vida y no querían el dolor que es necesario para vivir, para sentir y para amar. Ellos querían sentir la inmortalidad aterradora. Pues lo prohibido es siempre lo mejor. Al mismo tiempo, ellos no se preocupaban ante la posibilidad de caer en el enorme agujero de la muerte. Y la vida sólo les era preciosa cuando gritaban y gemían. Sentir la fuerza del odio era lo que más querían. Yo me llamo pueblo, pensaban.
      —¿Qué hago para ser un héroe? Porque en los templos sólo hay héroes.
      Y en el silencio, de pronto su grito agudo, no se sabía si de amor o de mortal, el héroe oliendo a mirra, a incienso y a benjuí.
      Él-ella cubría su desnudez con un manto bonito, pero parecido a una mortaja, mortaja púrpura, color bermejo-catedral. En noches sin luna Ella-él se transformaba en coruja. Comerás a tu hermano, dijo ella en el pensamiento de los otros, y en la hora salvaje habrá un eclipse de sol.

      Para no traicionarse, ellos ignoraban que hoy era ayer y habría mañana. Soplaba en el aire una transparencia como ningún hombre había respirado antes. Pero ellos esparcían pimienta en polvo en los propios órganos genitales y se contorsionaban de ardor. Y de repente el odio. Ellos no se mataban los unos a los otros, pero sentían tan implacable odio que era como dardo lanzado al cuerpo. Y se regocijaban, enloquecidos por lo que sentían. El odio era un vómito que los libraba del vómito mayor, el vómito del alma.
      Él-ella con las siete notas musicales conseguía el aullido. Así como con las mismas siete notas podría crear música sacra. Ellos oían dentro de ellos mismos el do-re-mi-fa-sol-la-si, el si suave y agudísimo. Ellos eran independientes y soberanos, a pesar de estar guiados por Él-ella. Rugiendo la muerte en los poros oscuros. Fuego, grito, color, vicio, cruz. Estoy vigilante en el mundo: de noche vivo y de día duermo, huyo. Yo, como olfato de perro, orgiástico.
      En cuanto a ellos, cumplían los rituales que los fieles ejecutan sin entender los misterios. El ceremonial. Con un gesto leve Ella-él tocó a una niña fulminándola y todos dijeron: amén. La madre dio un aullido de lobo: estaba muerta, ella también.
      Pero era para tener supersensaciones que se iba hasta allí. Y era una sensación tan secreta y tan profunda que el júbilo centelleaba en el aire. Ellos querían la fuerza superior que reina en el mundo a través de los siglos. ¿Tenían miedo? Nada sustituía la riqueza del silencioso pavor. Tener miedo era la maldita gloria de la oscuridad, silente como la Luna.
      Poco a poco se habituaban a la oscuridad y a la Luna, antes escondida, muy redonda y pálida, que les suavizaba la subida. Era oscuro cuando uno por uno subían «la montaña», como llamaban a la colina un poco más elevada. Se apoyaban en el suelo para no caer, pisando ramas secas y ásperas, pisando cactus espinosos. Era un miedo irresistiblemente atrayente, preferían morir que abandonarlo. Él-ella era como la Amante. Pero si alguien osaba, por ambición, tocarla, era congelado en la posición en que estuviera.
      Él-ella contóles, dentro de sus cerebros —y todos escucharon dentro de sí—, lo que le ocurría a una persona cuando no atendía al llamado de la noche: le ocurría que en la ceguera de la luz del día la persona vivía en carne abierta y con los ojos ofuscados por el pecado de la luz, vivía sin anestesia el terror de estar vivo. Nada hay que temer, cuando no se tiene miedo. Era la víspera del apocalipsis. ¿Quién era el rey de la Tierra? Si se abusa del poder que se ha conquistado, los maestros lo castigarán. Llenos de terror, de una feroz alegría, ellos bajaban y a carcajadas comían hierbas dañinas del suelo y las carcajadas rebosaban de oscuridades y de ecos de oscuridades. Un perfume sofocante de rosas henchía el peso del aire, rosas malditas en su fuerza de naturaleza demente, la misma naturaleza que inventaba las cobras y los ratones y perlas y niños, la naturaleza extravagante que ora era noche de tinieblas, ora el día de luz. Esta carne que se mueve sólo porque tiene espíritu.
      De las bocas se deslizaba una saliva gruesa, amarga y untuosa, y ellos se orinaban sin sentirlo. Las mujeres que habían parido recientemente apretaban con violencia los propios senos y de las puntas una gruesa leche oscura manaba. Una mujer escupió con fuerza en la cara de un hombre y la saliva áspera se deslizó de la cara hasta la boca: ávidamente, se lamió los labios.
      Todos estaban sueltos. La alegría era frenética. Ellos eran el harén de Él-ella. Habían caído finalmente en lo imposible. El misticismo era la forma más alta de la superstición.
      El millonario gritaba: ¡Quiero el poder! ¡Poder! ¡Quiero que hasta los objetos obedezcan mis órdenes! Yo diré: ¡Muévete, objeto! Y él, por sí solo, se moverá.
      La mujer vieja y desgreñada le dijo al millonario: ¿Quiere ver cómo no es millonario? Pues le diré: usted no es dueño del próximo segundo de vida, usted puede morir sin saberlo. La muerte lo humillará. El millonario: Yo quiero la verdad, ¡la verdad pura!
      La periodista estaba haciendo un reportaje magnífico sobre la vida cruda. Voy a ganar fama internacional, como la autora de El exorcista, que no leí para no dejarme influenciar. Estoy viendo en directo la vida cruda, la estoy viviendo.
      Yo soy solitario, se dijo el masturbador. Estoy en la espera, espera, nada jamás me sucede, ya desistí de esperar. Ellos bebían el amargo licor de hierbas ásperas.
      —¡Yo soy un profeta! ¡Veo el más allá! —gritaba un muchacho.
      El padre Joaquín Jesús Jacinto —todo con jota, porque a la madre le gustaba la letra jota.
      Era el día treinta y uno de diciembre de 1973. El horario astronómico sería medido por los relojes atómicos, cuyo atraso es sólo de un segundo cada tres mil trescientos años.
      A otro le dio por estornudar, un estornudo detrás de otro, sin parar. Pero le gustaba. La otra se llamaba J. B.
      —¡Mi vida es una verdadera novela! —gritaba la escritora fracasada.
      El éxtasis estaba reservado para Él-ella. Que de pronto sufrió la exaltación del cuerpo, largamente. Ella-él dijo: ¡Paren! Porque se endemoniaba por sentir el gozo del Mal. A través de ella, todos gozaban: era la celebración de la Gran Ley. Los eunucos hacían una cosa que estaba prohibido mirar. Los otros, a través de Ella-él, recibían temblorosos las ondas del orgasmo, pero sólo las ondas porque no tenían fuerza de, sin destruirse, recibir todo. Las mujeres pintaban sus bocas de rojo como si fuese fruta aplastada por los afilados dientes.
      Ella-él les contó lo que ocurría cuando no se iniciaba en la profetización de la noche. Estado de choc. Por ejemplo: la muchacha era rubia y como si no alcanzara con eso, era rosada por dentro y además, daltónica. Tanto que en su pequeño apartamento había una cruz verde sobre fondo rojo: ella confundíalos dos colores. ¿Cómo es que comenzó su terror? Escuchando un disco, o el silencio reinante, o los pasos en el piso de arriba, y hela allí, aterrorizada. Con miedo al espejo que la refleja. De frente había un armario y tenía la impresión de que las ropas se movían en su interior. Poco a poco iba reduciendo el apartamento. Tenía miedo hasta de salir de la cama. Tenía la impresión de que iban a agarrarle el pie desde abajo de la cama. Era delgadísima. Su nombre era Psiu, nombre rojo. Tenía miedo de encender la luz en la oscuridad y de encontrar la fría lagartija que habitaba en ella. Sentía con aflicción los dedos helados y blancos de la lagartija. Buscaba ávidamente en el periódico las páginas policiales, noticias de lo que estaba ocurriendo. Siempre le ocurrían cosas horribles a las personas como ella, que vivían solas y eran asaltadas por la noche. Tenía en la pared un cuadro que era de un hombre que la miraba bien a los ojos, vigilándola. Imaginaba que esa figura la seguía por todos los rincones de la casa. Tenía terror pánico a los ratones. Prefería morir a entrar en contacto con ellos. Pero oía sus gritos. Llegaba a sentir sus mordiscos en los pies. Despertaba siempre sobresaltada, sudando frío.
      Ella era un bicho arrinconado. Normalmente dialogaba consigo misma. Daba los pros y los contras y siempre quien perdía era ella. Su vida era una constante sustracción de sí misma. Todo eso porque no atendió a la llamada de la sirena.
      Él-ella sólo mostraba el rostro de andrógina. Y de él se irradiaba tal ciego esplendor de locura que los otros gozaban la propia locura. Ella era el vaticinio y la disolución y ya nació tatuada. Todo el aire olía ahora a fatal jazmín y era tan fuerte que algunos vomitaban las propias entrañas. La Luna estaba plena en el cielo. Quince mil adolescentes esperaban para saber qué especie de hombre y mujer iban a ser.
      Entonces Ella-él dijo:
      —Comeré a tu hermano y habrá un eclipse total y el fin del mundo.
      De vez en cuando se escuchaba un largo relincho, pero no se veía caballo alguno. Sólo se sabía que con siete notas musicales se hacían todas las músicas que existen y que existieron y que existirán. De Ella-él manaba un fuerte olor a jazmín marchito porque era noche de Luna llena. El sortilegio o la hechicería. Max Ernst, cuando niño, fue confundido con el Niño Jesús en una procesión. Después, provocaba escándalos artísticos. Tenía una pasión ilimitada por los hombres y una inmensa y poética libertad. Pero, ¿por qué estoy hablando de eso? No lo sé. «No lo sé» es una respuesta óptima.
      ¿Qué hacía Thomas Edison, tan inventor y libre, en medio de aquellos que eran comandados por Él-ella?
      Garabatos, pensó el estudiante perfecto, era la palabra más difícil de la lengua.
      ¡Escuchad! ¡Los ángeles anunciadores cantan!
      El judío pobre gritaba mudo y nadie lo oyó, el mundo entero no oía. Él dijo: tengo sed, sudor y lágrimas. Y para saciar mi sed bebo mi sudor y mis propias lágrimas saladas. ¡Y no como cerdo! ¡Sigo la Torah! ¡Pero alivíame, Jehová, por favor!
      Jubileu de Almeida escuchaba la radio a pilas, siempre. «El pastel más sabroso está hecho con Cremogema.» Y después, anunciaba, de Strauss, un vals que por increíble que pareciera se llamaba El pensador libre. Es cierto, existe, yo lo escuché. Jubileu era el dueño de La Mandolina de Oro, tienda de instrumentos musicales casi en quiebra, estaba loco por los valses de Strauss. Era viudo, él, quiero decir Jubileu. Su rival era El Clarín, también en la calle Gomes Freiré o Freí Caneca. Jubileu era también afinador de pianos. Todos, allí, estaban dispuestos a apasionarse. Sexo. Puro sexo. Ellos se frenaban. Rumania era un país peligroso: gitanos.
      Faltaba petróleo en el mundo. Y, sin petróleo, faltaba comida. Carne, sobre todo. Y sin carne ellos se volvían terriblemente carnívoros.
      «Aquí, Señor, encomiendo mi alma», dijo Cristóbal Colón al morir, vestido con el hábito franciscano. Él no comía carne. Se santificaba, Cristóbal Colón, el descubridor de olas, y que descubrió san Francisco de Asís. ¡Hete aquí! Él murió. ¿Dónde está ahora? ¿Dónde? Por el amor de Dios, ¡responde!
      De pronto, y suavemente, fíat lux.
      Hubo una desbandada asustadiza, como de gorriones.
      Tan veloz que parecía que se hubieran desvanecido.
      Al mismo tiempo estaban ya echados en la cama para dormir, ya despiertos. Lo que existía era el silencio. Ellos no sabían de nada. Los ángeles de la guarda —que se habían tomado un descanso, ya que todos estaban sosegados en la cama— despertaban frescos, bostezando todavía, pero ya protegiendo a sus pupilos.
      Madrugada: el huevo venía girando lentamente del horizonte al espacio. Era de mañana: una joven rubia, casada con un joven rico, da a luz un bebé negro. ¿Hijo del demonio de la noche? No se sabe. Apuros, vergüenza.
      Jubileu de Almeida se despertó como pan dormido: tonto. Desde pequeño fue así. Encendió la radio y escuchó: «Zapatería Morena donde está prohibido vender caro». Iría allí, necesitaba zapatos. Jubileu era albino, negro acero con las cejas amarillas casi blancas. Cogió un huevo de la nevera. Y pensó: si pudiera algún día oír El pensador libre, de Strauss, mi soledad estaría recompensada. Sólo había escuchado ese vals una vez, no recordaba cuándo.
      El poderoso quería en su breakfast comer caviar danés a cucharadas, masticando con los dientes agudos las bolitas. Pertenecía al Rotary Club, a la Masonería y al Diners Club. Tenía el escrúpulo de no comer caviar ruso: era una manera de derrotar a la poderosa Rusia.
      El judío pobre despierta y bebe agua del grifo, ansiosamente. Era la única agua que había en los fondos de la pensión baratísima donde vivía: una vez vio una cucaracha nadando en la comida. Las prostitutas que vivían allí protestaban.
      El estudiante perfecto, que no sabía que era un tonto, pensó: ¿cuál era la palabra más difícil que existía?, ¿cuál era? ¿Una que significaba adornos, afeites, atavíos? Ah, sí, garabatos. Recordó la palabra para escribirla en el próximo examen.
      Cuando comenzó a rayar el día todos estaban en la cama sin parar de bostezar. Cuando despertaban, uno era zapatero, otro estaba preso por estupro, una era ama de casa, dando órdenes a la cocinera, que nunca llegaba tarde, otro era banquero, otro era secretario, etc. Despertaban, pues, un poco cansados, satisfechos por la noche tan profunda de sueño. El sábado había pasado y hoy era domingo. Y muchos fueron a la misa celebrada por el padre Jacinto, que era el padre de moda: pero ninguno se confesó, ya que no tenían nada que confesar.
      La escritora fracasada abrió su diario encuadernado en cuero rojo y comenzó a anotar: «Siete de julio de mil novecientos sesenta y cuatro. Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo.
      En esta bella mañana de sol de domingo, después de haber dormido muy mal, yo, a pesar de todo, aprecio las bellezas maravillosas de la Naturaleza-madre. No voy a la playa porque estoy demasiado gorda, y esto es una desgracia para quien aprecia tanto las olas verdes del mar. ¡Me rebelo! Pero no consigo hacer régimen: me muero de hambre. Me gusta vivir peligrosamente. Tu lengua viperina será cortada por la tijera de la complacencia».
      De mañana: Agnus Dei. ¿Becerro de oro? Buitre.
      El judío pobre: ¡líbrame del orgullo de ser judío!
      La periodista de mañana, bien temprano, telefonea a su amiga:
      —Claudia, discúlpame por telefonear un domingo a esta hora. Pero me desperté con una inspiración fabulosa: ¡voy a escribir un libro sobre la Magia Negra! No, no leí El exorcista, porque me dijeron que es mala literatura y no quiero que piensen que estoy en el mismo camino. ¿Lo has pensado? El ser humano siempre intentó comunicarse con lo sobrenatural, desde el Antiguo Egipto, con el secreto de las Pirámides, pasando por Grecia con sus dioses, pasando por Shakespeare en Hamlet. Pues yo voy también a ir por ese camino. Y, ¡por Dios!, voy a ganar esa apuesta.
      En muchas casas de Río olía a café. Era domingo. Y el chico en la cama, lleno de sopor, todavía mal despierto, se dijo: otro domingo de tedio. ¿Con qué había soñado? Ya lo sé, respondióse, si soñé, soñé con una mujer.

      En fin, el aire era más claro. Y el día siempre comienza. El día bruto. La luz era maléfica: instaurábase el mal asombrado día diario. Una religión era necesaria: una religión que no tuviera miedo del mañana. Yo quiero ser envidiado. Yo quiero el estupro, el robo, el infanticidio, el desafío mío es fuerte. Quiero oro y fama, despreciaba hasta el sexo: amaba de prisa y no sabía qué era el amor. Quiero el oro malo. Profanación. Voy a mi extremo. Después de la fiesta —¿qué fiesta? ¿nocturna?—, después de la fiesta, desolación.
      Estaba también el observador que escribió esto en el cuaderno de notas: «El progreso y todos los fenómenos que lo rodean parecen participar íntimamente de esa ley de aceleración general, cósmica y centrífuga que arrastra a la civilización al “progreso máximo”, a fin de que enseguida venga la caída. ¿Una caída ininterrumpida o una caída rápidamente contenida? Ahí está el problema: no podemos saber si esta sociedad se destruirá completamente o se conocerá sólo una interrupción brusca y después la marcha se retomará». Y después: «El Sol disminuiría sus efectos sobre la Tierra y provocaría el inicio de un nuevo período glacial que podría durar por lo menos diez mil años». Diez mil años era mucho tiempo y asustaba. Es lo que ocurre cuando alguien escoge, por miedo a la noche oscura, vivir en la superficial luz del día. Es que lo sobrenatural, divino o demoníaco, es una tentación desde el Egipto, pasando por la Edad Media, hasta las novelas baratas de misterio.
      El carnicero, que ese día sólo trabajaba de las ocho a las once, abrió la carnicería, y se detuvo, embriagado de placer ante el olor de carnes y carnes crudas, crudas y sanguinolentas. Era lo único en que el día continuaba a la noche.
      El padre Jacinto estaba de moda porque nadie corno él erguía tan límpidamente el cáliz y bebía con sagrada unción y pureza, salvando a todos, la sangre de Jesús, que era el Bien. Con suma delicadeza en las manos pálidas, durante la ofrenda.
      El panadero, como siempre, despertó a las cuatro y comenzó a hacer la masa del pan. ¿De noche amasa el Diablo?
      Un ángel pintado por Fra Angélico, siglo quince, voceaba por los aires: era el clarín anunciador de la mañana. Los postes de la luz eléctrica todavía no habían sido apagados y lucían empalidecidos. Postes. La velocidad se come los postes cuando se anda en auto.
      El mas turbador de mañana: mi único amigo fiel es mi perro. Él no confiaba en nadie, especialmente, no confiaba en las mujeres.
      La que bostezó la noche entera y dijo: «Te conjuro, ¡madre de santo!» , comenzó a restregarse los ojos y a bostezar. Diablos, dijo.
      El poderoso —que cuidaba orquídeas, dalias, camelias y lilas— hizo sonar impaciente la campana para llamar al mayordomo: quería que le trajera el ya atrasado breakfast. El mayordomo le adivinaba los pensamientos y sabía cuándo traerle los galgos daneses para que fueran rápidamente acariciados.
      Aquella que de noche gritaba: «Estoy en espera, en espera», de mañana, despeinada, dijo a la leche que estaba en el cazo, al fuego:
      —¡Te voy a dar, porquería! Quiero ver si te estropeas y si hierves en mi cara, mi vida es esperar. Es sabido que si desvío un instante la mirada de la leche, va a aprovecharse, la desgraciada, para hervir y volcarse. Como la muerte que viene cuando nadie la espera.
      Ella esperó, esperó, y la leche no hervía. Entonces, apagó el gas.
      En el cielo, un leve arco iris: era el anuncio. La mañana como una oveja blanca. Paloma blanca era la profecía. Pesebre. Secreto. La mañana preestablecida. Ave María, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui, Jesús. Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus. Nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
      El padre Jacinto elevó con las dos manos el cáliz de cristal que contenía la sangre escarlata de Cristo. El vino bueno. Y una flor nació. Una flor leve, rosada, con el perfume de Dios. Él-ella había desaparecido, hacía mucho, en el aire. La mañana era límpida como algo recién lavado.
      
      AMÉN.
      
      Los fieles distraídos hicieron la señal de la Cruz.

      AMÉN.
      DIOS.
      FIN.

Epílogo:
Todo lo que escribí es verdad y existe. Existe una mente universal que me guió. ¿Dónde estuviste de noche? Nadie lo sabe. No intentes responder, por amor de Dios. No quiero saber la respuesta. Adiós. A-Dios.



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domingo, 22 de mayo de 2011

“A un lado del camino”, Humberto Ak’abal

“A un lado del camino”, Humberto Ak’abal






Sólo soy un servidor de la poesía,

y creo que es ella la que en su momento

se manifiesta.

Sólo soy un servidor de la poesía,

y creo que es ella la que en su momento

se manifiesta.


Era una tarde brillante, soleada. Yo venía de muy lejos. Llegué a la orilla de un barranco; allí se respiraba un fresco perfume a hierbas. El ambiente daba la impresión de una tarde recién llovida. Para trasladarse al otro lado había que hacerlo por un puente formado por dos trozas. Crucé el puente. Sentía sed. Comencé a abrir un hoyo con mis manos; a medida que sacaba tierra fui encontrando humedad, cada vez más humedad; luego mis manos sacaron lodo, hasta que finalmente di con un nacimiento de agua. El brotecito parecía un gusano moviéndose entre la tierra removida. Dejé que reposara. El agua turbia comenzó a aclararse, el lodo se fue asentando en el fondo del pequeño pozo. Aguacalé mis manos, tomé agua y bebí.

Éste fue un sueño que tuve cuando yo era chiquito. Cada vez que lo recuerdo vuelvo a sentir la frescura del agua.

¿A qué viene relatarlo aquí?

Sencillamente porque creo que ese sueño marcó mi vida con la poesía, o mejor dicho, despertó la poesía en mí.

Caminar, excavar, esperar, es justamente el proceso que me lleva al escribir un poema.

Buscar la palabra necesaria, encontrar la palabra deseada. Y esas palabras necesarias, deseadas, a que me refiero son las más cotidianas, las de uso comunitario. Por eso cuando las necesito no recurro a los diccionarios sino a los mercados, a las plaza, a las calles.

A causa de mi cojera, cierto día tropecé con una piedra; ésta habló; en ese momento olvidé mi dolor y me acerqué a escucharla y la piedra ya no dijo nada más. A partir de allí me di cuenta que todo tiene habla: las arrugas del rostro de mi abuela, la risa de la llovizna, la palidez de mi padre muerto, el silencio de mi madre.

Comencé a recordar las enseñanza de mi abuelo, sacerdote maya-k’iche. Él me enseño a leer las tempestades, a calibrar el viento con las yemas de los dedos, a interpretar el canto de los pájaros, conocer la voz del fuego y el comportamiento de los animales.

Comprendí que la poesía es el relámpago que rompe la noche del poeta; no dura mucho tiempo pero sí lo suficiente para avanzar un poco en el camino.

No pretendo con esto ser un molde o una forma ni mucho menos representar a nadie. Simplemente escribo a un lado del camino: independientemente. Digo las cosas como las siento, como las vivo, como las veo: con libertad. Llevo la poesía en los bolsillos, en la cabeza o dentro del corazón.

Ella es así; cuando le cansa mi corazón porque la endulzo demasiado, se sale y me martilla en la cabeza, o se queda en mis bolsillos estorbando. Si necesito un centavo, en vez de la moneda sale un poema y un poema no compra un pan.

Cuando menos la espero se me atraviesa en el camino. Me dejo atrapar y que ella escoja el tema. Y descubro que los temas no vienen de afuera sino de adentro. Arrancarlos me producen ese algo que es cierta combinación de dolor y alegría.

Me auxilian mis lecturas, mi entorno y la filosofía de mi lengua materna, la maya-k’iche. Lengua desprendida de la naturaleza, la que al hablarla es como masticar hojas de ciprés: rústica, dulce y sencilla.

Y as1=, sin un tiempo programado, sin un lugar o espacio establecido, escribo. Lo hago en hojas de papel, en pedazos recogidos en las calles, en tickets de buses, o en alguna esquina en blanco de cualquier periódico. Amontonadas estas cosas, a veces forman un libro.

Una vez escrito el texto, lo dejo reposar. Cuando vuelvo a encontrarme con él, veo que tiene demasiadas palabras; entonces comienzo a desvestirlo, hasta dejarlo en la desnudez de un recién nacido. Otras veces me ocurre lo contrario; me brota la idea y necesito vestirla, así que le voy probando una y otra, hasta dejarla, según yo, como debe quedar vestida. No siempre quedo satisfecho, siento que algo le falta, y esa insatisfacción me angustia.

En la confección de mis poemas echo mano de tres recursos. Uno es el lenguaje directo: planteo un cuadro. Otro son las metáforas e imágenes. Y cuando siento que las palabras no son capaces de darle cuerpo a lo que quisiera, recurro a la onomatopeya, de la que esté salpicada la lengua de mis abuelos; porque este es un lenguaje que no va a los sentidos sino al espíritu, en un intento de trasladar el sonido natural a la hoja de papel.

Caminar por este camino me ha abierto más los ojos, mi lengua percibe más sabores, mi olfato distingue más olores, mis oídos se han agudizado y puedo percibir el aleteo de una mariposa que vuela al otro lado del río; mi tacto se ha sensibilizado tanto que cuando digo fuego siento que me estoy quemando. Es un coqueteo con la locura y a la vez el miedo de creer que estoy loco de verdad.

Me gusta la tristeza, a veces quisiera que la misma se pudiera comer. Me gusta la soledad porque es allí donde la poesía se desviste y me sonríe. No busco el dolor, pero los momentos duros me han fortalecido.

También he tenido crisis y he llegado al punto de odiar este oficio; en un arranque de rabia he deseado mandar todo a la mierda. Y cuando he querido huir la poesía me ha acariciado el corazón. Entonces me doy cuenta que ella es una necesidad, como el aire, como el agua, como una tortilla de maíz.

Todo lo dicho no es ninguna novedad sino para mí, porque en esta insistencia de escribir a quien quiero encontrar es a mí mismo. La poesía siempre estará en su propio espacio, dispuesta a hablar en el sueño o en la vigilia. La poesía es el eco de la sombra de un pájaro que pasa volando al filo de la tarde. En fin, escribo para mí, río y lloro y a veces canto.

Quisiera ser

Sencillo como un árbol.

Aún menos,

Como una tabla.


Humberto Ak’abal©



Humberto Ak'abal nació en Momostenango, Totonicapán (Guatemala) en 1952. Ha publicado los siguientes libros de poemas: El animalero (1990), Guardián de la caída del agua (1993, galardonado con el Quetzal de oro por la Asociación de periodistas guatemaltecos), hojas del árbol pajarero (1995), Lluvia de luna en la cipresalada (1996), Ajkem Tzij - Tejedor de palabras (1996), Retoño salvaje (1997), Desnuda como la primera vez (1998) y Cinco puntos cardinales (1998). Ha recibido el Premio Internacional de Poesía "Blaise Cendrars" en Neuchâtel (Suiza) en 1997 y el Premio Continental "Canto de América" de la UNESCO en 1998.

MINOSKAV

domingo, 24 de abril de 2011

HUXLEY Y SU POESÏA

Se publica la poesía completa de Aldous Huxley por primera vez en castellano





El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás. Aldous Huxley

Cuando aún el célebre título de Aldous Huxley, ‘Un mundo feliz’, sigue siendo una de las novelas más leídas y demandadas por su capacidad visionaria y sus planteamientos éticos, aparece ahora una edición bilingüe, por primera vez en español, con toda la poesía del autor inglés, su primera vocación.

Un libro traducido por Jesús Isaías Gómez López, quien realiza la edición y el extenso prólogo con estudio biográfico y literario, todo un ensayo académico, publicado por Cátedra, que arroja luz sobre una de las facetas menos conocidas del autor, su universo poético.

“Es mi deseo invitar al lector a la conquista de un nuevo universo literario, el espacio poético de uno de los más grandes pensadores y fabuladores que ha dado el siglo XX, y así… desvelar las metáforas de este filósofo que soñaba dar un nuevo giro espiritual al curso de la Humanidad“, explica en el prólogo Gómez.

Aldous Huxley (Laleham, Surrey, Inglaterra, 1894-Los Ángeles, 1936) hijo de una familia de intelectuales, con biólogos, poetas y novelistas, primero quiso ser médico, pero después se graduó en literatura inglesa. Una enfermedad en la visión condicionó también sus primeros años, ya que tuvo que dejar algo de más de un año sus estudios.

En este tiempo solo pudo leer con el método braille. Viajó, aprendió el lenguaje musical y se abrió lo que luego sería su portentoso mundo interior, del que emanaría todo su pensamiento.

Poemas a los diez años

Así, este poeta, narrador y ensayista, con una gran educación que comenzó en Eton, una de las escuelas más prestigiosas, comenzó a escribir poesía desde muy joven, a los diez años, en el internado de Hillside (Godalming) donde cofundó la revista literaria ‘Doddite’ y donde publicó su primer poema, ‘Caballito de mar’.

En ese momento comenzó una prolífica carrera literaria, como apunta este volumen, influenciada por los simbolistas franceses, y en especial por Mallarmé.

A los veintidós años publicó su primer poemario, ‘La rueda ardiente’, al que siguieron ‘Jonás’, ‘La derrota de la juventud’ y ‘Las cigarras y otros poemas’, donde incluía un homenaje a Baudelaire, al que consideraba el creador de la modernidad y al que dedicó un ensayo.

“Recurrimos a la poesía como expresión perfecta de nuestros propios sentimientos. En ‘Las flores del mal’ el modernista encuentra todos sus sufrimientos descritos, con cuán imparable energía, ¡en formas cuán memorablemente bellas!”, escribe Huxley en una cita que recoge este volumen.

El autor de ‘La isla’ fue un viajero empedernido, preocupado y obsesionado siempre por la ciencia, la ética, la espiritualidad, el misticismo, la búsqueda de la luz o la filosofía budista, como ya mostró en ‘La rueda ardiente’, apunta Gómez López.

“La rueda debe ir de agonía/en agonía/contrayéndose, hasta volver/al núcleo de acero”, escribe el autor de ‘El genio y la diosa’. Poemas, todos ellos, cargados de filosofía, de alguien que soñaba con dar un giro espiritual al curso de la humanidad, subraya el traductor.

Todavía en Estados Unidos, los más conservadores han incluido su mítica novela ‘Un mundo feliz’ entre los diez títulos que han pedido a la American Library Association que retire de las bibliotecas públicas, por considerar su lectura peligrosa para los jóvenes.
Mónica


jueves, 7 de abril de 2011

“CABARET MÍSTICO”



El de hoy es un manuscrito sabio. Importado para esta página ha sido desde la “Casa del Libro” de Madrid. Creemos que en un futuro cercano, vosotros, advertidos ya , lo podréis encontrar en los anaqueles de: “Mr. Books” o “Libri Mundi”, tiendas que reciben con frecuencia el estupendo material literario que produce Editorial Siruela, que sella a “CABARET MÍSTICO” tomo de doscientas ochenta y cuatro páginas, cuyo autor es el Maestro Alejandro Jodorowsky, (chile 1929) creador de: “El niño del jueves negro”, La danza de la realidad”, Psicomagia” y” “El loro de siete lenguas”. Líneas puras de Arte Real. Las experiencias de un Iluminado en ejercicio. Los ecos vitales de un ser exuberante, estravagario, multifacético: tarólogo, terapeuta, actor y director de teatro, dramaturgo, cinéfilo y escritor de culto, lector de caligrafías cósmicas, novelista y poeta, un Mago en cuerpo y alma, un alquimista viviente.

Libro de especial aureola. Construido desde las esencias de la Cabala, la Astrología, el Budismo Zen y otras fuentes místicas.
Experiencias del escritor, espirituales y simbólicas. Conocimiento fuera de la cripta: Los cuatro mundos. El árbol de la vida. El poder de los Ángeles. Los niveles de la Conciencia: El cuerpo, el Alma y El Espíritu. Todo en un tratado. Escrituras que leeréis con deleite, con avidez, con ánimo mutante.
Letras para ser absorbidas, integrándolas, fusionándolas al Yo de cada quien Jodorowsky predicando con el ejemplo, en acto de renunciación a todo Ego, en exhibición impúdica de sus andanzas psicomagicas, de sus historias junto a chamanes y curanderos, de su particular ejercicio como “sanador publico  individual”. Jodorowsky en actos de sublime locura, en párrafos para el colectivo al que lega un instrumento, un manual, un código para Iniciados y para profanos, que ha de servir de base para radiografías interiores, para autoidentificaciones emergentes. Para el encuentro pendiente con el Dios interior.
Con la verdad de verdades. El “CABARET MÍSTICO” nos deleitara. Desnudos hemos de estar en la cita. Para que los sentidos, tengan sentido. Para que siendo hombres, o mujeres, nos identifiquemos con el otro Yo, de cada quien, y con el otro Yo, del otro, del prójimo, por intuiciones, y no por razones.

Lectura luminosa, que requiere sacrificios mortales. La aventura de descubrir empezara por enterrarnos y resurgir de nuestras propias sombras, para procurarnos así mejores días, mejores vidas y mejores muertes, en el largo camino que es el “Tiempo Eterno”, establecido por el “Gran Absoluto-Arquitecto del Universo”
“Sin embargo la realidad exterior es también interior. Cuando sucede en el mundo, y cuanto hacemos en él, actúa sobre nuestro Cuerpo, nuestra Alma y nuestro Espíritu. Todo lo que damos nos lo damos. Todo lo que no damos nos lo quitamos.” Pág. 204
Respuestas francas, lejanas de la trampa dogmática, escritas con todas las Libertades y las Buenas Costumbres que requerimos los humanos para  trascender. Para entrar al “CABARET MÍSTICO” hay que creer que todo es posible, contar con la voluntad suficiente para recibir y para dar o para encontrar: amor y paz. Nadie os detendrá por razones de edad, genero, identidad, preferencia sexual, condición social o económica. El libro  decantará por sí mismo, todo lo que le sobre, o le sea indiferente por cualquier razón. Él es el portador del saber. El lector ha “Escuchar y  callar”.
En Cabaret místico se da estructura a los encuentros que, desde hace años, Alejandro Jodorowsky viene manteniendo con el público que acude a sus conferencias. Más de un centenar de chistes e historias iniciáticas le sirven de base para analizar al ser humano sin su «máscara», con sus  problemas, miedos, inseguridades y carencias. El amplio número de ejemplos y  comentarios que el autor ofrece sobre las causas que impiden nuestra  felicidad y nuestro desarrollo hacia una Consciencia plena, ayudará al
lector a sanar la relación consigo mismo, con los demás, con la vida y con su entorno. Como La danza de la realidad y Psicomagia, Cabaret místico es un libro imprescindible para quienes, interesados en la evolución y liberación de su propio ser y consciencia, buscan su propia «verdad auténtica» para  incorporarla como felicidad útil en su vida, y vivir sin miedo la vejez y la muerte.
Alejandro Jodorowsky (1929) nació Tocopilla, Chile. Taratólogo, terapeuta, novelista, actor, director de teatro y cine de culto (El topo o Santa sangre), ha creado dos técnicas terapéuticas, la psicomagia y la psicogenealogía, que han revolucionado la psicoterapia en numerosos países.
La primera de ellas, la psicogenealogía, sirvió de base para su novela Donde mejor canta un pájaro y la segunda, la psicomagia, fue utilizada por Jodorowsky en la ficción recreo su vida en " El niño del jueves negro". Tanto su autobiografía, La danza de la realidad, como Psicomagia, desarrollan y explican estas dos técnicas. Otros libros del autor son Albina y los hombres-perro y El tesoro  de la sombra, Loro de las siete lenguas, El maestro y las magas, La vía del Tarot, Yo,el tarot.


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jueves, 28 de enero de 2010

Nociones sobre la Hibrides








POR: MÓNICA VALLEJO.

NOCIONES ALREDEDOR DEL TEXTO CULTURAS HIBRIDAS DE NESTOR GARCÍA CANCLINI


“Entiendo por hibridación procesos socioculturales en los que estructuras o prácticas discretas que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas”


El concepto de hibrides remitido por García Canclini como una mezcla de conceptos, tradiciones, modos de vida, enunciaciones teóricas, en fin hacia toda una serie de procesos culturales, está muy vigente en esta época donde la modernidad aún no termina de pasar en medio de un mundo industrializado, de la mano de las revoluciones tecnológicas y económicas que tienen lugar en todas las sociedades desde las intermitencias de los medios de comunicación y el mercado que hace posible hablar desde las fronteras de una burocratización del conocimiento.

Inicio desde allí presentando la relación de este concepto que atraviesa simultáneamente las fronteras geográficas y las disciplinarias,
Lo asumiré como una especie de colonización de los imaginarios sociales de los juegos y rondas infantiles que en la época actual teatralizan los niños en su territorio o medio particular, donde la hibrides se presenta en los modos de enunciar, pues están sufriendo ya una transformación en ocasiones ligados a la dinámica social donde se quieren poner en práctica, o también al asumirlos como un conflicto al pretender buscar un reconocimiento del proceso de su transformación u origen histórico de tales juegos que se vuelven polisémicos, adaptables a otros lugares, tiempos y personas que hacen compleja la comprensión de los sujetos que intervinieron en su enunciación.

Se trata entonces desde mi tema de investigación de asumir el concepto de hibrides al entablar una búsqueda de las razones por las cuales los juegos y rondas infantiles modifican el modo de interpretar las nociones de identidad, de cultura, entendida como la producción de valores, conocimientos, estilos de vida; la transmisión y modificación de los mismos, la enunciación de discursos y generación de textos desde los marcos de la diferencia, desigualdad y multiculturalidad, utilizando algunas categorías que entrarían en conflicto : la tradición frente a la modernidad, los juegos de ayer y las transformaciones que estos tienen hoy, el saber local: como las propias historias narradas por los niños desde su espacio-tiempo definido y un saber global vigente en las narrativas mas mediáticas que tratan de conquistar unos sueños ya adultos para las mentes de los niños a quienes se les está negando la infancia al llevarlos a reproducir desde sus pensamientos los mundos plenos de cosas, de materialidad y de consumo, donde el imaginar ya no tiene lugar.

Desde estos horizontes parece querer resaltar Canclini que desde esta hibrides la cultura no puede permitirnos hablar ya de un saber o actividad propia, todo está mezclado, puesto que los juegos como una actividad cultural en lugar de afirmar formas de vida propias del niño, sueños particulares o representaciones de sus ficciones en lugar de incrementarse y enriquecerse se vacían, generando fisuras de identidad local, se hace un recipiente de control social, un receptáculo de los conflictos del adulto y un aniquilamiento de la fantasía del niño.

Esto se vería reflejado en la enunciación de las canciones donde los temas han variado adaptándose a las necesidades sociales del mercado, que incluyen ahora en la mayor parte de rondas el con
sumo de bienes, la distinción de género, la necesidad de pareja, las relaciones caóticas del amor, ideas que se expresan ya como parte del mercado de un imaginario social que muy bien se expresa en los medios y que sabe valerse muy bien de estrategias discursivas para fijarse en la mente de los infantes.

“Algo es seguro en todo caso: que el ensueño del niño es un ensueño materialista. El niño es un materialista nato. Sus primeros sueños son los sueños de sustancias orgánicas”. BACHELARD

En este caso de mi investigación particular Canclini postula que hay conceptos que cruzan las fronteras geográficas, que son de utilidad para analizar la identidad y discursos de otros espacio tiempos que deben hacer posible el acercamiento a las historias locales y sus signos específicos.

Estos planteamientos de la primera parte de su ponencia titulada la hibridación como recurso explicativo se sintetizan al sostener que su propósito consiste en :

“ …elaborar la noción de hibridación como un concepto social… encontré en este término mayor capacidad de abarcar diversas mezclas interculturales que con el mestizaje, limitado a las que ocurren entre razas, o sincretismo, fórmula referida casi siempre a fusiones religiosas o de movimientos simbólicos tradicionales. Pensé que necesitabamamos una palabra de significado más amplio para dar cuenta tanto de esas mezclas clásicas como de los entrelazamientos entre lo tradicional y lo moderno, entre lo culto, lo popular y lo masivo”


Este término da la posibilidad de hablar de los múltiples entrecruzamientos que se dan al interior de la comunidad que se investigará frente a los valores, modelos de vida que se construyen en los juegos y rondas infantiles entendidas como formas narrativas, como producciones estéticas y movimientos sociales que tienen lugar en la comunidad que poco a poco se aleja de una orientación tradicional para poner en evidencia los modelos de vida de la sociedad moderna.

Durante la construcción de los significados de este término sostiene que se encuentra una gran relación con cuatro conceptos: emancipación, expansión, renovación y democratización:

“ … pero la secularización de los campos culturales, la producción auto expresiva y autorregulada de las prácticas artísticas y políticas, la racionalización de la vida social y el individualismo creciente, todo eso que se ha considerado resorte de la emancipación moderna, convive en América latina con fundamentalismos religiosos y étnicos, con analfabetismo y arreglos arcaicos de poder. La expansión, así como la renovación social y cultural se han venido manifestando en el rápido desarrollo industrializador ,… en la fluida adaptación de ciertos sectores a las innovaciones tecnológicas y sociales, pero estos impulsos renovadores no sustituyen las tradiciones locales, a veces las acompañan y otras entran en conflicto con ellas, aunque sin destruirlas”

De aquí se deduce que se presentan diversos escenarios de las mezclas multiculturales, ya que esta expresión , Hibrides, se convierte en un concepto para poder manejar los entrecruzamientos espaciotemporales de las culturas sin caer en las valoraciones jerárquicas que resten u otorguen mayor significancia a las relaciones entre lo moderno-urbano, con lo tradicional rural, proclamando la búsqueda de pureza y autenticidad, términos que desde la hibrides serían cuestionados, puesto que la pureza no se presentaría ni en cuestiones de raza, ni de lenguaje, mucho menos en relación al conocimiento que como mencione anteriormente no hace sino unas construcciones que se enriquecen en el marco de los signos a través del lenguaje adoptando y adaptando términos y teorías que hagan posible poner en presencia de unos interpretes sus construcciones explicativas, objetivas de pequeños sectores de la realidad.


La utilidad del termino entonces se ajusta a mi investigación al interpretar la experiencia de los juegos y rondas infantiles como elementos constitutivos de una memoria colectiva que varía según los espacios sociales y geográficos, así trata Canclini de embarcarnos en el tránsito de la hibrides al interior de estas prácticas , el juego, asumido como un proceso cultural, que da muestras de transformación de los sujetos sociales y sus modelos de pensamiento, sus discursos y capacidad enunciativa en un entorno sujeto a amplias transformaciones que tiende cada vez más a un desarraigo de identidad, entendida como patrimonio cultural, como historia local, ante el auge invasivo de modas y estilos de vida foráneos, que rondan las mentes de los individuos , de los niños, bajo el imperio sugestivo de los medios de comunicación, del mismo discurso que ellos dominan con carácter de convencimiento que con potencia colonizan los imaginarios, vitalizando la posición de subalteridad de los sectores rurales, a través de diversas estrategias que permitan desvanecer la diferencia, implantar modelos de vida que guían a una supuesta felicidad, un mundo de idealización que comunica con la homogenización, para hacer de las particularidades regionales y locales un medio de explotación y beneficio de mercado, produciendo hibridaciones entre lo propio y lo ajeno, lo hegemónico y lo popular, lo local y lo nacional o lo transnacional.

“ Todas las artes se desarrollan en reilación con otras artes: las artesanías migran del campo a la ciudad; las películas, los videos y canciones que narran acontecimientos de un pueblo son intercambiados con otros . Así las culturas pierden la relación exclusiva con su territorio, pero ganan en comunicación y conocimiento ”

Canclini considera aquí el manejo de la temporalización como una dimensión vital de los procesos culturales, cuando afirma que el desarrollo moderno no suprime las tradiciones, es importante notar entonces que en las comunidades o en los países la continuidad en la producción cultural de los sectores populares se pueden acentuar de otro modo, por tener un contenido social distinto y también diversos soportes materiales, además desde lo cultural se deben considerar otras estrategias como sería el caso de las nociones de reproducción, transmisión y transformación de las prácticas culturales.

Canclini no busca resaltar la búsqueda de la autenticidad perdida, ni la reconversión, sino la presentación de continuidades transformativas que se apoyan en una memoria regional y/o popular, una memoria cuyas escenificaciones y símbolos son intransferibles. Se plantea así la problemática de la identidad y la multiculturalidad que emerge en los procesos de apropiación y participación social y cultural de diferentes miradas que constituyen los conocimientos, los saberes y los relatos de los actores sociales y culturales.

“… En este tiempo de globalización que vuelve más evidente la constitución híbrida de las identidades étnicas y nacionales, la interdependencia asimétrica, desigual pero insoslayable en medio de la cual deben defenderse los derechos de cada grupo”


Al analizar los juegos y las rondas infantiles que se van generando como un acto de creación, me interesa abordar el análisis de los discursos y elaborar un seguimiento de la colonización de los imaginarios de los niños que ha generado la sociedad globalizada, modificando sus modos de enunciar deseos y proyectos de vida, puesto que en ésta época las rondas tradicionales, las canciones de ”antaño” con las cuales se brindaba una serie de pautas de corte ético para la formación de los niños, poco a poco se han ido distorsionando, dando lugar a ideas marcadas de materialismo, todas estas actividades inciden en la modificación de los imaginarios sociales de estos niños que viven un mundo aparte, un mundo de la diferencia que se hace visible cuando a través de la palabra, a través de la interacción social denuncian o expresan su inconformidad, o su deseo de acomodarse a los valores de una sociedad que los invita a jugar en el marco de las identidades modernizadas donde para subsistir debes formar parte del mercado, del consumo.

A través de estos elementos interesa en el análisis de esas narraciones el sentido del tiempo, un tiempo que tiene materialidad lingüística para hablar del pasado, el presente y el futuro desde las voces de la tradición movilizadas en la discursividad de los juegos y rondas infantiles, desde la cultura oral, donde las palabras tienen presencia visual, los objetos que representan son reales elementos de deseo, es decir, las palabras "llaman" a la memoria, evocan esos objetos de deseo para verlos. Puesto que como sostiene Walter ong en los juegos y rondas infantiles las palabras no tienen foco ni huella, ni siquiera una trayectoria. Las palabras son acontecimientos, hechos.

domingo, 17 de enero de 2010

LITERATURA INDIGENA EN COLOMBIA

LITERATURA INDIGENA EN COLOMBIA



La literatura como una práctica social expone, indaga y cuestiona tradiciones, características histórico-culturales, ideologías, políticas, en sí moviliza una serie de imaginarios. Parte de ella es la poesía indígena, que expresando emociones de variada índole, entre sus contenidos refleja las vivencias de un autor y su posicionamiento en medio de su comunidad y sociedad global, asumiéndola como sendero de comunicación entre el entramado de lectores y autores en medio de un círculo de interpretaciones que le dan movilidad y vigencia.



La práctica literaria de indígenas que está surgiendo en nuestro país, instaura una necesaria actividad dialógica para revisar, cuestionar o reflexionar el posicionamiento que este tipo de autores están logrando, pero fundamentalmente buscar un acercamiento a sus textos, a los discursos que en ellos se movilizan y los elementos etnoliterarios que entre esas letras circulan.



Ahora vemos como en el plano cultural se da lugar a un conjunto de expresiones del pensar indígena que desbordan la modalidad de la oralidad, para entrar en la literacidad y resaltar la visión del otro, involucrándose con actividades que aseguren la prevalencia de su pensamiento tradicional, tal es el caso de la escritura como actividad artística y literaria que se cultiva ya en nuestro país por indígenas, que procuran forjar otros sentidos para mantener su tradición, dando lugar a esta forma de enunciación que involucra la historia de sus comunidades, vivencias particulares, y con ellas la apropiación de códigos que legitimen su decir en la literacidad.



La literatura indígena, en especial la lírica, está operando significativamente en la construcción de los imaginarios sociales. Ahora ya se puede hablar de cierta presentación de una literatura alternativa escrita por indígenas como otra ventana que posibilite la comprensión de su entorno cultural, que a pesar de estarse permeando por el auge de patrones transculturales, aún mantiene vigente su pensamiento ancestral que se deposita a través de discursos que en el marco de occidente se conocen como poesía, forma expresiva donde el lenguaje adquiere mayor significación y funcionalidad para las etnias, que ven en la palabra escrita un sucedáneo de su memoria que posibilitará el mantenimiento de elementos identitarios y por consecuencia la vitalidad de los imaginarios propios de su cosmovisión india.



Por todo lo anterior surge este estudio, para plantear una reflexión en torno a esta forma de pensamiento que están activando los indígenas que incursionan en la poesía, quienes desde su función de líderes en sus comunidades se han introducido en el ámbito de la cultura letrada.



Este trabajo por tanto busca ser una vía para la comprensión de esa literatura alternativa, centrándose en el estudio de algunos textos de la producción poética de: Freddy Chicanganá y Miguel Ángel López, pertenecientes a la comunidad yanacona y wayuu, quienes han participado en varios eventos culturales que se centralizan en el pensamiento indígena.



La investigación desarrollada se perfila entonces desde la construcción de un ensayo dividido en cinco capítulos, en los cuales se busca generar una aproximarnos a los elementos etnoliterarios presentes en sus textos, junto con un campo crítico de reflexión que permita enmarcar su producción dentro de un horizonte de representatividad en lo entendido como literatura.



En relación a lo anterior, este escrito en su primera parte presenta las nociones generales de lo entendido por literatura indígena y dentro de ella, la poesía como una de sus manifestaciones, seguida en el segundo capítulo, de una visión panorámica de la trayectoria literaria de los dos autores, tema que permite concertar algunos aspectos fundamentales del proceso escritural de los poetas. En el tercer capítulo se hace alusión a los imaginarios culturales y la relación de estos con la creación literaria, para enmarcar desde una metodología semiológica los aspectos etnoliterarios movilizados en algunos textos, que forman parte de la producción poética de los autores citados, mediante una selección de textos que hicieran posible la definición de una propuesta de análisis para estas obras.

El capítulo cuatro expone la discusión sobre el canon y la poesía indígena, desde la caracterización estética de sus obras mediante un paralelo comparativo por analogía que haga posible encontrar los puntos de encuentro entre las producciones de los dos autores referidos en este estudio.

Para finalizar, en el quinto aparte, se realiza una reflexión general sobre el porvenir de la literatura indígena en Colombia, desde una presentación de otros escritores que están tomando espacio en medio de los círculos literarios que aún permanecen cerrados a la comprensión de esta producción artística.



En vista a lo anterior nuestro trabajo orientado hacia un acercamiento etnoliterario, no pretende insertarse en análisis estilísticos, ni tampoco demostrar las influencias o las escuelas o las corrientes literarias que bañan a su poesía, no. Preferimos dejarlo a los lectores, allí están las piezas para construir otros textos. En estas letras no buscamos encasillar cada poética a lo establecido según las normas elaboradas por las comunidades que se encargan de delimitar lo literario; sino que realizamos una visión detenida en los enunciados que nos permitan encontrar los imaginarios de sus temas que abran vías y sentidos de interpretación.



Ganaremos al haber construido estas líneas, si se logra comunicar de cada voz de autor, la intertextualidad de sus poemas, que por algún lado emiten y sienten las luchas, las tragedias históricas, los cambios sociales propios de su contexto, que aunque es contemporáneo, aún presenta elementos de tradición.



Esperamos que la investigación haga un aporte al ámbito de la Etnoliteratura, campo que está destinado al reconocimiento de la actividad literaria surgida en la sociedad y en cada uno de sus grupos humanos, entre ellos las voces de los indígenas. Lo que hace necesario la comprensión de las distintas facetas étnicas, idiosincráticas, cognoscitivas, culturales que recoge esta naciente manifestación literaria que retoma y proyecta el encuentro con las potencialidades creativo-poéticas de estos nuevos escritores indígenas.





Los conquistadores invadieron

los territorios de los príncipes indios

y los despojaron del oro, cuentan las crónicas,

pero les dejaron la poesía. Menos mal que la Independencia

puso de patitas en el mar

a los españoles, pero dejaron a los criollos la

herencia de seguir

despojando a los po¬bres indios,

ahora de la

tierra pero no de la poesía. Porque

algo hay que

dejarles, para

que por lo

menos se quejen

sin apelar al garrote. El que tiene la poesía

para protestar no tiene porqué valerse de

otros recursos para reclamar sus derechos.

Jotamario Arbeláez.



http://www.youtube.com/watch?v=jgfVvO8XNWk





(leer mas: Tesis de grado Maestria Etnoliteratura, Universidad de Nariño. Por: Mónica Vallejo)